Un ambiente nuevo. Las paredes blancas, con olor a pintura aún fresca. El ventanal de la derecha trae una brisa cariñosa y un sol deslumbrante que resalta las maderas del piso recién lustradas. Cuarto chico pero acogedor. Me imagino como será con todos los muebles puestos y me enorgullezco. "Es perfecto, tal como lo quería.", pensé. Finalmente logré mi cometido. Corrí por el pasillo, abracé a mi hermana y le dije "Ya está, soy libre". Se rió y caminando susurro, "Ya me vas a extrañar."

Está llena de odio, está sola, dejada por su familia, amigos, pero más que nada, está dejada por ella misma. Ya nada le importa, las pocas cosas que eran relevantes en su vida, la defraudaron. No sabe como hacer para llamar la atención, pero cuando finalmente lo logra, es porque se mandó una cagada. Se frustra, se enoja con ella misma y le echa la culpa al resto. Ella nunca es la culpable de lo que le pasa. Eso genera su soledad. Su orgullo no la deja vivir. Ya, francamente, no importa. Si la miro fijamente, me sonríe, le sonrío y baja la cabeza. Se hundió en ella misma, creó una burbuja que la protege para no sufrir más. Se convirtió en eso que tanto odiaba, se convirtió en una burbuja que te cuenta la mitad de la realidad con soldados que le tapan los ojos.